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Inflación y la competitividad exterior de las empresas

inflación exportaciones

La brecha de precios sigue ampliándose a causa de una inflación que promete llegar a su pico antes de mitad de año, al menos en palabras que ha traslado el Gobierno para responder a la amenaza que esto supone para lo competitividad exterior de nuestras empresas. 

Y es que la diferencia con las principales economías de nuestro entorno también se está ampliando y está poniendo a prueba la fortaleza de las exportaciones en España, pieza clave para la recuperación. ¿Qué puede suponer esta espiral inflacionista? 

Por encima de la media europea 

El Índice de Precios de Consumo (IPC) ha moderado en el último mes su tasa interanual 1,4 puntos, hasta el 8,4 %, por el abaratamiento de la electricidad y las gasolinas, según los datos avanzados publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). 

Es el primer descenso que experimenta la inflación tras dos meses de fuertes ascensos. No obstante, la crisis energética agravada con la guerra en Ucrania sigue derivando en una espiral que golpea a consumidores y empresas a escala global.  

Recordemos que, en marzo, el IPC de nuestro país se situó en el 9,8%, el más alto desde 1985, alcanzando los dos dígitos en nueve comunidades autónomas. Un hecho, que aun con la moderación actual, sigue situándose por encima de las grandes economías de la zona euro, donde la media es del 7,5%. 

¿Cómo afecta la inflación a las exportaciones? 

Fue precisamente hace un año, en abril de 2021, cuando la inflación en España sobrepasó a la de la Unión Europea (2% frente a 1,6%). Desde ese momento, la diferencia se ha mantenido mes a mes, al alza hasta la fecha. 

Esta situación pone a prueba la competitividad que existe en los precios del comercio exterior cuando se trata de exportaciones, con la importancia que supone su crecimiento para el PIB, clave para salir de otras crisis como la de 2008. 

Por ejemplo, la menor demanda exterior a causa de la inflación y el impacto de los confinamientos anti-Covid ante los rebrotes a nivel nacional han lastrado el comercio internacional de China, que frenó ostensiblemente su ritmo de crecimiento interanual hasta el 0,1 % en abril. 

Los datos oficiales, publicados por la Administración General de Aduanas, suponen un importante frenazo con respecto al avance interanual registrado en marzo, del 5,8 % en una de las mayores economías del mundo. 

En nuestro país, como potencia exportadora mundial, los datos no han dejado de ser positivos, ya que el número de exportadores regulares se incrementó el pasado año en más de 4.000, según datos del ICEX. 

Sin embargo, la creciente diferencia de precios con la zona euro no deja de amenazar seriamente estas cifras al encarecerse nuestros bienes y servicios respecto al de otros países. Un escenario que ya se empieza a vislumbrar en la industria manufacturera, cuyas carteras de pedidos registraron en marzo su primera caída desde enero de 2021. 

Hacer frente al coste de la energía 

Ahora, la preocupación entre las empresas exportadoras nacionales pasa por hacer frente al aumento de los costes por el alza de la energía. Un hecho que se explica porque la competitividad en este sentido suele depender de dos factores clave: la evolución de sus costes salariales y no salariales.  

Estos últimos, al evolucionar de manera moderada en línea con los países del entorno, no pierden competitividad. Sin embargo, los costes salariales (entre los que se incluye los energéticos) tienden a incrementarse con intensidad obligando a encarecer precios y comprimir los márgenes para mantener el mercado exportador. 

Por el momento, los exportadores españoles están optando por la decisión de ajustar estos márgenes para mantener sus buenas cifras y confiar en que este año el IPC siga moderándose. Está en juego la rentabilidad de los costes y la viabilidad de negocios y salarios.