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La tecnología que llevas puesta sabe más de lo que crees

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La tecnología 'wearable' o tecnología vestible se ha convertido en una fiel compañera, que más allá del dispositivo móvil, vemos como imprescindible a la hora de acompañarnos cuando salimos a la calle.

Desde pulseras de seguimiento hasta los tradicionales cascos, cada vez más interactivos, pasando por los relojes digitales; son ya una extensión del cuerpo que va incorporado a nuestra vestimenta diaria, mediante accesorios que actúan como apoyo y soporte, muchas veces, de la mente del usuario.

A quien le guste el cine no le sorprenderá comprobar como estos dispositivos van superando poco a poco el terreno de la ficción para implantarse en nuestra realidad más cotidiana. Cuando veíamos al actor Joaquin Phoenix enamorarse de la inteligencia artificial que coprotagoniza la película ‘Her’ o incorporamos en nuestro subconsciente todas las herramientas digitales que lleva Tom Cruise en las películas de Misión Imposible o en la aclamada Minority Report, que también protagoniza.

De hecho, el séptimo arte nos muestra estos ejemplos mucho antes, desde las primeras cintas de Star Wars, con el soporte vital que lleva consigo Darth Vader; o con los relojes digitales, que la audiencia descubrió como algo de ciencia ficción con James Bond, antes que los smartwatches existieran.

Mucho más que un complemento

Estos dispositivos electrónicos inteligentes van más allá de su cualidad como accesorio digital, ya que cada vez con más asiduidad, también pueden ser utilizados como implantes, en función de su utilidad para la identificación y el pago de nuestras compras, por ejemplo.

Los wearables son el penúltimo hito de la revolución tecnológica y abren la puerta a un nuevo universo personal en el que estos dispositivos son capaces de registrar lo que comemos, monitorizar nuestro ritmo cardíaco, avisarnos si estamos estresados o facilitar la comunicación con nuestro entorno, entre otras cualidades.

Es por ello que la ideología más práctica de estas herramientas está estrechamente relacionada con el consumismo textil. Forman parte de nuestra imagen ya que los llevamos puestos en forma de relojes, camisetas, pendientes o brazaletes.

Diferentes usos de la tecnología wearable

Según un informe del International Data Corporation (IDC), los relojes digitales son los dispositivos vestibles más exitosos, con más de 10 millones de unidades vendidas del modelo líder del mercado en el último cuatrimestre de 2019.

Esto, unidos a muñequeras, collares, anillos y pendientes, entre otras prendas de vestir, han supuesto una auténtica revolución al servicio de la inteligencia artificial, que prácticamente puede registrar al momento lo que vemos, nuestras pulsaciones, nuestro ritmo respiratorio, las horas que dormimos e, incluso, nuestra sensación de bienestar o de estrés.

También refuerzan buenos hábitos de alimentación y salud. Estos últimos con el ejemplo de las ya tradicionales pulseras de actividad, que según ya ha alertado la Agencia Española de Protección de Datos en su último informe, tiene prohibida su monitorización a menos que esté establecida por ley o reglamentariamente, por las siguientes razones:

  • No se enmarca en la vigilancia de la salud propia de la prevención de riesgos laborales.
  • Supone el tratamiento de una categoría especial de datos (salud) sin una base jurídica.
  • No cuenta con una finalidad legítima.
  • Vulnera el principio de proporcionalidad, porque conlleva una monitorización permanente y permitiría al empleador acceder a datos de salud específicos, y no exclusivamente a la valoración sobre la aptitud de la persona trabajadora para desempeñar el trabajo.

Ejemplos de innovación en el futuro de los wearables

La evolución tecnológica no tiene intención de levantar el pie del acelerador, ni tan siquiera para apreciar el resultado alcanzado con el desarrollo de la geolocalización y el software de gestión de datos, grandes responsables de esta revolución digital.

La tendencia de los dispositivos móviles hacía un terreno más personal y accesible para la humanidad conlleva ciertos riesgos que no se deben pasar por alto ya que el éxito o el fracaso de estos productos está muy ligado a la experiencia de cliente.

IDC apunta que el mercado global de wearables alcanzará en un par de años los 279 millones de unidades vendidas. Un boom comercial que impulsará a las empresas del sector a continuar investigando para lanzar al mercado propuestas cada vez más innovadoras para un futuro no muy lejano, entre las que destacan:

  • Conexión entre la mente y el coche – La investigación sobre el cerebro humano, ese gran desconocido, lleva a la consecución de implementar la actividad de nuestras ondas cerebrales para crear algoritmos que permitan conectar la mente de un conductor a su coche.
  • Control cardíaco para prevenir arritmias – Los efectos graves de estas enfermedades del corazón son evitables en la mayoría de los casos. En este sentido, ya se ha desarrollado una prenda textil con electrodos incorporados, menos invasiva para el paciente.

En el campo de la salud, otro ejemplo es el de la empresa VivaLnk's, que crea soluciones wearables para monitorizar las constantes vitales y biométricas de las personas, a través de la inserción de un chip electrónico en un parche adhesivo que se comunica con la tablet o el móvil de los pacientes.

  • Localizar a la tercera edad – Puede resultar muy útil en pacientes que se encuentren en primeras fases de Alzheimer o con propensión a desorientarse. Para evitar situaciones de este tipo se ha desarrollado un dispositivo localizador que, además, incluye un botón de socorro que permite alertar en caso de accidente.

Aunque los grandes números de venta de estos productos proceden del consumidor final al que van dirigidos, las aplicaciones de los wearables se están enfocando cada vez más, a la producción industrial.

El futuro de estos artículos tendrá su auge en plantas digitalizadas, más pronto que tarde, quién sabe si con el objetivo de implementar la productividad y la eficiencia en las empresas; a través del paradigma que ha supuesto en el último año, la conectividad permanente del empleado.