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España, en el puesto 31 de la competitividad digital mundial

Competitividad digital

Tras un periodo inestable para tantos sectores, en el ámbito digital la realidad ha supuesto una revolución que, en un desarrollo estable de los acontecimientos, hubiera llevado mucho más tiempo. Una transformación que ha beneficiado a nuestro país ya que ha logrado escalar dos posiciones en el ranking mundial de competitividad digital.

Situados en el puesto 31 de 64, la posición de España en la lista que elabora IMD de forma anual, adquiere mayor relevancia tras registrar su peor posición y caer cinco puestos en 2020. Así, nuestro país remonta para situarse por delante de vecinos como Portugal e Italia, aunque sigue por detrás de las principales potencias europeas.

Referentes en el uso de robots para educación

"La transformación digital de nuestras sociedades tiene profundas implicaciones para la prosperidad nacional y el aumento del bienestar, pero los afectados no suelen comprender la magnitud de las opciones y contrapartidas en juego".Esta cita corresponde a la valoración del ranking que hace el director del centro de Competitividad Mundial del IMD, Arturo Bris y si se analiza en profundidad revela la importancia que tiene la capacidad de los países y de la sociedad para adaptarse un mundo cada vez más digitalizado.

Según destaca el ranking de IMD, España está entre las diez mejores economías cuando se habla de ámbitos como el uso de robots en educación o también en la productividad por publicación.

En el factor de la tecnología, también mejoramos nuestro potencial gracias al número de usuarios de Internet, que nos colocan entre las 20 mejores (19º); la velocidad del ancho de banda (16º) así como la capitalización bursátil de las tecnologías de la información y los medios de comunicación (20º).

Sin embargo, conviene tener en cuenta la baja posición global que España ocupa actualmente en legislación científica, ya que el marco normativo para la investigación es el 53 del mundo para este índice de competitividad.

Asimismo, existen otras tareas pendientes en el país orientadas a mejorar el uso de big data y analítica, donde ocupamos el puesto 55 de 64, así como la transferencia de conocimiento empresarial, (48º).

China y EEUU: El liderazgo de dos transformaciones digitales diferentes

Cuando analizamos el ranking de forma global, encontramos a Estados Unidos en primer lugar, seguida de Hong Kong y Suecia, mientras que llama la atención el avance estratégico de China, que ha escalado quince posiciones en los últimos años para situarse octava y comenzar a disputar la supremacía digital a los americanos.

Así, los datos revelados el pasado 29 de septiembre muestran cómo EEUU encabeza el ranking de competitividad digital por cuarto año consecutivo, equiparándose de manera uniforme con el gigante asiático en algunos de los criterios medidos por el CMI para determinar la competitividad digital como pueden ser el conocimiento transferencia, la preparación empresarial o la inversión educativa.

Mientras que el modelo chino de competitividad digital está basado en el estado (financiamiento a empresas digitales proporcionado por bancos estatales; restricciones a la economía de datos y control gubernamental de la tecnología), el modelo de EEUU está financiado con fondos privados, basado en el mercado y su búsqueda de talentos tanto extranjeros como locales.

Aún con estas claras diferencias, las dos potencias mundiales están unidos por el hecho de que, en términos de economía de datos, China y EEUU son importadores de datos, mientras que el resto del mundo son exportadores de datos.

En lo que se refiere a Europa, el viejo continente busca mantener una economía digital sujeta a un flujo de datos democrático y transparente. Así lo asegura en el informe el responsable de IMD, que diferencia este modelo del estadounidense “fuente de monetización” y del chino “forma de control”.

Basadas en una combinación de datos y respuestas de una serie de empresas y gobiernos, estas clasificaciones digitales ayudan a comprender dónde enfocar los recursos y cuáles podrían ser las mejores prácticas al embarcarse en la inevitable transformación digital.