¿Sabías que la Unión Europea tiene marcado el objetivo para 2030 de que el 80% de la población tenga competencias digitales básicas? Puede parecer un porcentaje exagerado, pero viendo la evolución de los últimos años, no es nada descabellado.
La sociedad española, de hecho, se encuentra actualmente a la par de la media europea, con el 57% de sus ciudadanos con estas competencias adquiridas. Un dato que contrasta con el de población activa, donde un 36% no las tiene, dificultando así la integración de las tecnologías digitales en las empresas.
Desajuste global entre capacidades y necesidades
El informe sobre Economía Digital en España elaborado por la Asociación Española de la Economía Digital (Adigital), en colaboración con la multinacional Boston Consulting Group (BCG), viene a recalcar cómo los avances tecnológicos y la progresiva digitalización llevan años generando profundos cambios en el mercado laboral.
Si analizamos las modificaciones progresivas de las habilidades y profesiones más demandadas, observamos que los cambios que han provocado un desajuste global entre las capacidades de los trabajadores y las necesidades del mercado, amenaza con incrementarse a medida que se acelera la transformación digital de las economías más avanzadas.
Resolver este desajuste pasa a formar parte del objetivo prioritario de una nueva generación de trabajadores, de cara a desarrollar las habilidades técnicas y sociales requeridas en cada momento.
Además, según indica el estudio, es necesario actualizar las competencias de la población activa a través de programas de upskilling, que desarrollan nuevas competencias dentro de un mismo puesto o perfil, y programas de reskilling, que implican el reciclaje y preparación de un profesional para que desarrolle una tarea para la cual no tiene competencias técnicas.
¿Hacia dónde se dirige el avance de la tecnología en las empresas?
A través de la evolución natural de la tecnología, las nuevas profesiones han reconvertido también muchas de las existentes, generando este desajuste del que hablamos. Según fuentes de este informe, los números de empleados afectados por estos cambios asciendes a 1.300 millones de personas en el mundo.
A su vez, supone el 43% de la población activa española está infra o sobrecualificada para el trabajo que desempeña. Esto se puede explicar desde el aumento de la demanda de programadores, ingenieros de software, especialistas en e-commerce, marketing digital… etc. En el otro extremo, podemos ver de qué manera ha aumentado la demanda de transportistas, repartidores y mozos de almacén como primera consecuencia del crecimiento del e-commerce. Como consecuencia, en los últimos años, el mercado laboral español ha necesitado hasta un 20% más de trabajadores de baja cualificación.
El problema viene porque este desajuste entre capacidades y necesidades suele pasar inadvertido al no generar desempleo, pero tiene un impacto significativo sobre la productividad laboral, con la reducción de un 6% a nivel global.
Las empresas se ven obligadas a aumentar el gasto para formar a sus trabajadores, cuyas habilidades no son todo lo óptimas que el sistema requiere en una carrera que no tiene fin, ya que los avances tecnológicos seguirán acelerándose en los próximos años.
En este sentido, la velocidad de los cambios es tal que es imposible anticipar cuál va a ser el horizonte tecnológico en los próximos cinco a diez años. Según señala el estudio, lo que sí sabemos es que la digitalización seguirá creando nuevas oportunidades laborales y hará que otras desaparezcan.
Nuevas profesiones VS trabajos innecesarios
Para el año 2035, se espera que el 30% de los empleos sean de nueva creación. Trabajos ligados a las nuevas tecnologías que incluirán operadores de robots médicos o controladores de drones, e-recruitment managers y growth hacking managers, entre otros. En paralelo, crecerá la necesidad de perfiles humanistas y de ciencias sociales que reflexionen y regulen la nueva realidad.
Pero si la digitalización va a crear nuevo empleo también lo va a destruir. Y es que otros trabajos se van a volver inevitablemente innecesarios. Para el mismo año vista, 2035, se espera que el 12% de los empleos actuales estén automatizados. Un riesgo en empleos rutinarios y repetitivos, independientemente de su cualificación.
Son ejemplos de ello los roles de ventas, administrativos, contables y técnicos de la construcción, así como otros de cualificación media o baja como agentes inmobiliarios, tenderos, conductores y trabajadores de la hostelería.
Por sectores, transporte y logística es el de mayor riesgo de automatización, con un 50% de empleos afectados. Le sigue la industria manufacturera, con un 44% y el comercio minorista, con un 34%. En el extremo contrario del espectro, solo el 8% de los empleos en educación corre el riesgo de desaparecer.
En cambio, el mayor impacto se sitúa en los trabajos actuales, ya que para 2035 se prevé que el 58% de los empleos seguirá existiendo, pero requerirán capacidades totalmente distintas a las actuales, evolucionando hacia una naturaleza menos rutinaria.
Se buscará la automatización de las tareas de menor valor añadido que permitirá a los trabajadores centrarse en las actividades no repetitivas, con un impacto positivo en la productividad laboral. El continuo aprendizaje será clave para redefinir las habilidades de un mercado que requiere mantener un alto nivel de competencia.