Recientemente, el Ministerio de Justicia ha extendido la decisión de dispensar el uso de la toga en las vistas en las que haya desaparecido las restricciones impuestas como consecuencia del Covid. Otras compañías, como Golman Sachs, han decidido optar por la asimilación con la forma de vestir del cliente y eliminar un código de vestimenta formal. Por su parte, sectores tradicionalmente conservadores como es el legal, admiten excepciones al clásico look de chaqueta y corbata.
¿Una cuestión generacional?
Existe cierto consenso entre los expertos para considerar que el declive del dress code en la empresa tiene un origen generacional. Es decir, que los jóvenes que se van incorporando al mercado de trabajo, los “Milennials”, no siguen estos patrones de vestimenta.
Según algunos estudios, tener un código agrega un estrés adicional e innecesario a los trabajadores, a la vez que coarta la expresión de su personalidad e individualidad.
Asimilación con la vestimenta del cliente
Vestir elegante, con traje y corbata o chaqueta y tacones siempre ha proporcionado un cierto estándar a la hora de entrevistarse con un cliente, en el sector de los negocios y de la abogacía, especialmente, pero es cierto que cada vez esta concepción se ha ido difuminando por diversos factores.
Esto ocurre cuando el cliente viste de una manera casual y queremos empatizar con él, identificándonos así con su forma de vestir. Por ejemplo, en 2019, la compañía Golman Sachs anunció que iba a relajar su código de vestimenta en el trabajo para que sus empleados se vistieran acorde con la expectativa de sus clientes.
En cualquier caso, hay sectores como el tecnológico, el informático o el mundo de las startups más proclives a adoptar este look casual que otros, como el legal, aunque como veremos en el ejemplo siguiente, parece que ya esto también está cambiando.
Abogados en deportivas y look “smart casual”
Siempre nos queda en nuestro imaginario el look del abogado/a con traje y muy bien vestido y que vemos reflejado en series de gran éxito como “The Good Wife” o “Suits”. Sin embargo, y poco a poco, parece que en nuestro país esta concepción comienza a relajarse para adaptarse a un look más casual, siempre dentro de los límites de la elegancia.
Un ejemplo paradigmático de adopción de una vestimenta casual en un sector muy conservador, como es el legal, lo encontramos en el despacho “Legal Army”, basada en el modelo anglosajón del NewLaw, y cuyos abogados pueden ir al trabajo en deportivas.
Aunque es cierto que este es un ejemplo muy singular en el mundo legal, hay una cierta tendencia en el sector jurídico a relajar el código en ciertas situaciones o momentos del año. Por ejemplo, muchos despachos de primer nivel adoptan el look “smart casual” los viernes, para evitar la seriedad del resto de la semana. En periodos concretos del año, como en el verano, admiten atuendos más informales para no desfallecer con el calor. En definitiva, aunque sigue predominando la imagen profesional del abogado, poco a poco se van dando pasos para una relajación de las normas de vestimenta en este sector.
Traje solo para visitar al cliente
Además, el hecho de que ahora empiecen a reincorporarse a la oficina algunos empleados que han venido teletrabajando hasta ahora, y optando por un look casual al estar en casa, pone encima de la mesa el debate de si debe exigirse una vestimenta determinada para acudir a la oficina o esta exigencia comienza ya a ser una cosa del pasado.
En este sentido, la mayoría de las compañías están poniendo el foco en los próximos meses en el trabajo híbrido y eso afectará irremediablemente a la manera de vestir intentando encontrar un equilibrio entre la ropa para estar por casa y un look profesional para acudir a la oficina.