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La fábula pesimista de la empresa

El buen patrón cine empresa

La nueva película de Fernando León de Aranoa, El buen patrón (2021) puede presumir de haber hecho historia antes de conseguir ningún premio con 20 nominaciones a los Goya. 

Los premios más importantes del cine español celebran su 36 edición el próximo 12 de febrero en Valencia. En la cita se desvelará la verdadera magnitud de una película que también se ha postulado en la carrera de los Oscar. 

De Los lunes al sol a la actualidad  

Los protagonistas de El buen patrón indagan en las entrañas del mundo laboral para ofrecernos un relato crítico sobre el mercado de trabajo y las empresas en la actualidad.  

El director, Fernando León de Aranoa, y su protagonista, Javier Bardem, realizan una introspectiva al corazón de una empresa industrial para descubrir la bajeza moral de su dueño. Precisamente, ofrecen una perspectiva desde el lado opuesto de la historia que ambos llevaron a cabo hace 20 años en Los lunes al sol (2002). 

En aquella ocasión, el sentimiento de fracaso acompañaba al espectador a través de una cinta tan real como conmovedora, que cuenta la situación de desempleo de un colectivo víctima de la reconversión industrial.  

A través de las dos películas podemos comprobar cuánto ha cambiado el panorama laboral español en las dos décadas transcurridas. De ese orgullo de clase que acompañaba al protagonista, integrante de un proletariado que cuenta con su apoyo en la primera; a la arrogancia y seguridad que desprende en la segunda, sabedor de tener a su merced a sus empleados. 

Ya no hay consignas, huelgas, cajas de resistencia ni manifestaciones que valgan, como también nos contaba la oscarizada Norma Rae (1979), cuya concienciación política sobre la lucha sindical marcó un antes y un después en la industria. 

En la nueva cinta de Aranoa impera el “sálvese quien pueda” en una comedia que no es tan satírica como podría pensarse antes de verla. En la cabeza de Don Julio Blanco (personaje principal de la trama) sólo cabe el fundamentalismo y no duda en inmiscuirse en los asuntos personales de sus trabajadores si el beneficio de la empresa lo demanda. 

¿Qué nos enseña el cine de empresa? 

En la mente del protagonista, emanan doctrinas tan actuales como el papel que desempeña la mujer o el emigrante en el mercado laboral. Un pesimismo generalizado que indaga también en el determinismo social y en el hasta cuándo y el hasta qué podemos controlar. 

De la misma forma que El método (2005) critica la selección de personal y el ultra capitalismo, en un thriller psicológico que supone el renacer del cine español llevado a la oficina a partir de un innovador método Grönholm, En busca de la felicidad (2006), por ejemplo, nos muestra la cara más optimista del género, con una historia de superación digna de Hollywood. 

El cine asociado a la empresa no siempre nos muestra las miserias del mundo laboral, si no que nos hace pensar sobre la manera en la que podemos pertenecer a una compañía. Desde la irrepetible Ciudadano Kane (1941) donde el protagonista asocia para siempre la soledad y el éxito empresarial, pasando por Wall Street (1987) que intenta mostrar los peligros de manejar información confidencial. 

Una comedia dramática permanente que se mezcla en relaciones internas y personales. Up in the Air (2009) nos muestra la evolución de los métodos utilizados para despedir a empleados sin tener que pasar un mal trago o la televisiva Pánico en Wall Street (1993), donde se desvela una magnífica historia sobre enfrentamientos por el poder en el corazón de las finanzas. 

Quizá la actual y aclamada serie de HBO, Succession, se haga eco de muchas de ellas para mostrar un género dramático que combina a las mil maravillas con el devenir de una familia rica y disfuncional en el olimpo empresarial del entretenimiento. 

Ejemplos, al fin y al cabo, de cómo el cine muestra distintos aspectos y puntos de vista de las relaciones laborales que a todos nos afectan.