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Los NFTs y su negocio cultural

NFT negocio cultural

El criptoarte o NFT ha llegado para revolucionar el mundo del arte en su contexto digital sin que podamos hacer nada por evitarlo. Lo que sí podemos hacer es comprenderlo, dando un paso importante en un concepto que a muchos se les está escapando, mientras se empiezan a asentar entre nosotros.

Como explicábamos en un post anterior sobre los NFTs, la tendencia actual marca el uso que le vamos a dar a estos activos en el futuro más cercano. A  pesar de que existían desde hace años, la posibilidad de comprar y vender este tipo de archivos digitales es lo que ha llamado la atención en el mundo empresarial.

El criptoarte como traducción de lo material a lo digital

La revista “Capital” recogía, hace unos días, las declaraciones de Javier Arrés, el criptoartista español más relevante del momento que defiende la creación de una blockchain europea para que el Ministerio de Cultura pueda actuar en el contexto de las NFT.

Recordemos que el criptoarte representa como tal la versión digital de contenido artístico. Pero no incluye solo al arte, sino que también pueden ser sellos, cartas, dibujos o incluso un tweet. Gracias a la tecnología blockchain, además de proporcionar una seguridad fiable, es posible certificar que una persona es propietaria de este “activo digital”.

Para el mundo empresarial y del emprendimiento, al igual que desde hace miles de años se le viene concediendo valor al oro o a las obras de arte antiguas, en pleno 2021 se ha abierto un nuevo camino al concebir valor a elementos digitales intangibles que podemos ver, pero no tocar.

Los royalties del arte digital

El royalty es el precio que debe pagar alguien para poder utilizar un invento que esté patentado a nombre de otra persona. Así pues, se identifica el pago que se realiza al creador o inventor de algo del que una tercera persona hace uso de él. Un 'algo' que puede ser identificado como una obra, un proceso, un invento o un procedimiento.

En el mundo de los NFTs, estos pueden resolver el paradigma creado en torno al arte digital como nuevas formas de negocio cultural. El ejemplo del youtuber Quantum Fracture ‘Dalí 2.0’ es perfecto para entender este concepto: ¿qué pasaría si Dalí hubiera pintado sus relojes sobre tablet y no sobre lienzo? ¿Cómo vendería su obra?

El youtuber explica que muchos de nosotros acabaremos usando NFTs en el día a día sin saber que lo son. Desde entradas a conciertos, vuelos de avión, contratos de alquiler… Al mismo tiempo que expone la necesidad de mejorar una tecnología que debe ser “eficiente y sencilla”.

NFTs y la Propiedad Intelectual (PI)

Por otro lado, hay que tener en cuenta que cuando acuñamos un NFT, estamos subiendo una obra protegida por derechos de autor a una base de datos que resulta ser una blockchain y al mismo tiempo, estás generando una prueba que acredita una copia, con todo lo que conlleva.

El riesgo es que como cualquier persona puede usar una obra digital y subirla a una blockchain, la tecnología que utiliza puede traer implícita una violación de Derechos de Autor cuando las personas que no tienen derechos para hacer NFTs suben, copian, cargan, comunican y publican dicho contenido. Este es uno de los retos a los que enfrenta la propiedad intelectual del criptoarte.

Para evitarlo, la regla debería pasar porque solamente puedan crear NFTs aquellas personas que tienen los derechos sobre la obra digital en cuestión. Al fin y al cabo, es la mejor opción si no queremos afectar la PI cuando el titular de los derechos no quiera dar su permiso.

El valor de lo inmaterial

El primer tuit de la historia cuesta casi 3 millones de dólares. El gif del Nyan Cat, ha alcanzado un valor de 600 mil $. Las mejores jugadas de la NBA, unos 100 mil por vídeo… Son algunos ejemplos del valor establecido de un contenido que solo se puede disfrutar en formato digital. La gran joya de la corona, hasta el momento, es el gran collage de Beeple, con un valor que alcanza los 69 millones de dólares.

El formato NFT no precisa un qué concreto, tan solo un objeto digital comercializable. Esto es porque en el mercado del criptoarte, la materia prima es virtual. Productos que funcionan mediante tecnología blockchain, que como explicábamos, funcionan mediante códigos que se registran en cada pieza, de la misma forma que ocurre con las criptomonedas.

Para resolver la duda más frecuente, los token no fungibles (como se les conoce a los NFTs) no se pueden copiar. Quien posee el NFT, en definitiva, es el único dueño del mismo y en ningún caso va a sustituir a una obra convencional.

En este sentido, expertos como Arrés aseguran que el criptoarte no ha venido para reemplazar el arte convencional. En su opinión, el horizonte futuro es que los dos mundos puedan “cohabitar”, de manera que no haya problema a la hora de fusionar las obras digitales y materiales en los museos, o de cara a su comercialización, con estrategias híbridas de venta que ya se están implantando.