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De la renuncia silenciosa al despido silencioso

Despido silencioso

La renuncia silenciosa, entendida como una situación en la que un empleado cada vez se implica menos en el trabajo hasta el punto de no importarle ser despedido, es una tendencia al alza que está marcando el pico de preocupación de otras empresas cada vez más comprometidas con el bienestar emocional de su plantilla. 

Lo que quizá algunos no conocen, es la cara inversa de la moneda, que protagoniza uno de los puntos fuertes del desgaste laboral al que están expuestos muchos profesionales: el despido silencioso. Una manera de deshacerse de los trabajadores que no tiene por qué ser intencionada, pero que acaba minando la moral del empleado. 

¿Cómo identificar un despido silencioso? 

Para aquellos que puedan sospechar encontrarse en una situación como la descrita anteriormente, algunos indicios pueden avisar con antelación si el puesto de trabajo está en peligro. 

Según una reciente encuesta de LinkedIn a 20.000 empleados, el 83% de ellos había presenciado algún caso de despido silencioso. Un dato que refleja, en este caso, más que una tendencia a la que prestar especial atención. 

Se trata de un “ideal”, visto desde el trasfondo más antiético, para los empleadores que aspiran a renovar su equipo y deshacerse de algún trabajador sin tener que echarle de forma directa. 

Para detectar un caso particular, una de las señales que pueden indicar que estamos en la lista negra de nuestros empleadores es el endurecimiento de las reglas laborales, por ejemplo, en lo que respecta al horario de entrada y salida.  

Un ejemplo que está muy relacionado con la principal puesta en común que tiene este riesgo laboral de cara a los empleados: convertir el espacio laboral en un lugar incómodo, desagradable o estresante. 

Existen, sin embargo, indicadores más directos de un posible despido silencioso: 

  • Imposibilidad de subir el sueldo por mucho tiempo que pase. 
  • Nula comunicación con el responsable más directo. 
  • Interacción en reuniones con preguntas incómodas 
  • Propuestas propias descartadas la gran mayoría de las veces o no contar para nuevos proyectos. 

Lo que hay que tener claro es que el empleado siempre va a tener cierto margen de maniobra si se encuentra en esta situación. Entendido como un problema de gestión de equipos que compete a la profesionalidad de cada responsable o empleador, existe la opción de tratar este tema directamente con la persona en cuestión. 

Por último, si la situación no tiene vuelta de hoja y se acaba ejecutando un despido, es recomendable elevar el caso al departamento de Recursos Humanos (previo registro documentado) para que quede constancia de la extensión real de la incompetencia. 

Lo que está claro es que, cuando existe un entorno de trabajo en el que se dan estas situaciones, es difícil mantener la motivación y no pensar que puede pasar más a menudo. Por ello, el despido silencioso puede dar lugar a la denominada ‘renuncia silenciosa’, convirtiéndose en un círculo vicioso.